«Preferiría no hacerlo»

La improbabilidad de un peral

El peral (Pyrus communis) es un árbol caducifolio, de la familia de las rosáceas, muy apreciado desde la antigüedad por su fruto. Además, la infusión de las hojas se utiliza para el tratamiento de infecciones renales, de la corteza se saca un tinte amarillo y la madera se emplea en ebanistería. Se da en climas templados y presenta una buena tolerancia al frío, por lo que se ha adaptado perfectamente al clima de la Europa mediterránea, atlántica y central; donde podemos encontrar variedades silvestres hasta una altura de 1700 metros.

Sin embargo, en la cordillera Tian Shan, donde se cree que el peral es originario, existe un ejemplar solitario que prospera a mayor altura. Se encuentra en la cumbre del Xiwangmu, la divinidad taoísta que le da nombre, aunque los pastores de yaks se refieren al pico simplemente como la montaña del peral. Esta cumbre no es la más alta del macizo, el honor le corresponde al pico Jengish Chokusu (7439 metros). Tampoco la que supone mayor reto para los alpinistas, que se trataría del pico Khan Tengri (7010 metros). Ni siquiera es la más accesible. Se ubica a medio camino entre todos los hitos posibles y apenas es conocida al margen de pastores y taoístas.

Cuenta la leyenda que Xiwangmu era una mensajera. En uno de sus viajes tuvo que atravesar el paso de Torugart, pero, por algún motivo que desconocemos —si son necesarios—, decidió desviarse y subir a una de las cumbres de Tian Shan. Durante la ascensión, recogió numerosas peras en los valles y se puso a meditar cuando alcanzó la cima. Imaginamos que se quedó absorta por el paisaje que presenciaba o que «permaneció serena y sin ademán, como recién nacido que aún no ríe; desamparada, como quien no tiene a dónde regresar. Ondeante, como el mar; fluctuando a la deriva, sin fin». El caso es que se olvidó de sí misma y, por supuesto, de las peras. Meditó durante tanto tiempo que una de las semillas no solo germinó, sino que prosperó alimentada por la materia orgánica del propio cuerpo de Xiwangmu.

Sin embargo, la edad promedio de un peral no alcanza el centenar de años y el personaje de Xiwangmu está documentado a partir el siglo IV a. C. Ese peral en la cumbre a la que da nombre la divinidad taoísta no existe y quizás nunca lo haya hecho. No conocemos la verdadera historia, pero poco importa cuando esta se transforma en mito y leyenda. Desde entonces, la montaña del peral es un lugar de peregrinación taoísta y algunos de los que alcanzan la cima nunca regresan. Imaginamos que acabaron congelados; todos portando las semillas de futuros perales improbables.

En la actualidad, la cordillera Tian Shan es Patrimonio Natural de la Humanidad y muchas de sus cumbres se consideran sagradas, cosa que solo implica un suplemento de tenges adicional que negociar con los guías kazajos. El campo base que da acceso a la cumbre del Xiwangmu continua siendo un lugar de peregrinación, aunque la mayoría de sus usuarios ahora son alpinistas rusos. En la cima, eso sí, se siguen acumulando cuerpos y semillas. Algunos aún sostienen macetas de jóvenes perales congelados y se podría datar la cronología de cada ascensión en función de las vestimentas encontradas. El material más abundante es el plástico transpirable.

Sin embargo, la leyenda de Xiwangmu y la cumbre del peral forman parte de un relato fantástico y ni siquiera la altura en la que prosperan los perales es cierta.

Y, sin embargo, el plástico perdura en las cumbres de Tian Shan.

cervunu

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